sábado, 17 de octubre de 2015

Orihuela - Cruz de la Muela

    Hoy nos dirigimos a La Murada, una pedanía de Orihuela, para subir a la Cruz de la Muela. Empezamos a las 8:30 desde el santuario de nuestra Sra.del Pilar, junto a la urbanización Monte Pinar, donde hemos dejado el coche.

    Hemos planeado hacer la ascensión por el barranco de las minas, y hacia allí nos encaminamos, pero primero vamos en busca de una cueva donde sabemos que hay documentado enterramientos del neolítico.


    Comenzamos a subir por un espolón en busca de algún indicio que nos muestre el camino hacia estos restos, pero no encontramos nada. La cresta por la que vamos subiendo cada vez se encrespa mas, hasta que llegamos a un punto donde empieza a hacerse mas comprometido de lo que queremos, y valoramos que también es poco probable que la hubicación esté tan escarpada, así que desistimos de su búsqueda  y decidimos volver a la ruta programada, y al perder la altura que habíamos alcanzado, Maciá reconoció en el terreno un agujero, y dijo "esto es la chimenea de la cueva y ahí esta la entrada".

   Cuanto nos alegramos de haberla encontrado,  y nos preparábamos para entrar a inspeccionarla, cuando nos encontramos a su habitante vigilando en la puerta para que no entrara nadie, una araña enorme que estaba posada en una magnífica telaraña que cubría la práctica totalidad de la entrada a la cueva. Echamos mucho de menos a nuestro amigo Paco Vives,  que si estuviese con nosotros nos contaría un montón de datos sobre este animalillo. Finalmente fuimos buenos y dejamos en paz al habitante decidiendo volver en otra ocasión para visitar mas tranquilamente este emplazamiento.
 
    Retomamos la ruta con un bonito paisaje de fondo, un espectacular amanecer que nos mostraba la ciudad de Redován entre brumas. Seguimos con la ascensión viendo una ladera norte con gran arbolado, pero mucha cantidad de ellos se encuentran totalmente secos,  debe de ser alguna enfermedad que está acabando con los pinos, un paisaje un tanto triste.

    Este barranco recibe el nombre de las minas que se han excavado en sus laderas para la extracción de hierro. Durante la ascensión nos encontramos multitud de piedras donde vemos la existencia de este mineral, e incluso entramos unos metros por el tunel de una de estas minas. Decidimos no proseguir, y dejar su visita para cuando volvamos a la otra cueva, y esta próxima vez vendremos preparados con buenas linternas.


    Tambien nos encontramos bastantes ejemplares de palmito, "margalló" en lengua valenciana, la única palmera autóctona de Europa.

    De repente, en mitad de ascensión, y junto a una marca del sendero, por inspiración divina aparece en la grieta de una roca una planta. Este fenómeno lo hemos visto en otras ocasiones, en el sitio que menos te lo esperas aparece una planta, arbusto o incluso un árbol. Hago incapié en lo de divina porque la naturaleza es así, cuando una planta quiere brotar, el lugar mas inóspito es suficiente, y si la plantas tú con todos los mimos y cuidados, muchas veces sus raices no cogen y se seca. La naturaleza es muy caprichosa y cuando quiere aferrarse a la vida lo hace de un modo salvaje.

    Volviendo al camino ya se empieza a ver a lo lejos la cruz que da nombre a esta montaña. Al verla a lo lejos piensas que ya estás mas cerca, y que con constancia todo llega, paso a paso, a buen ritmo.

   Y al fin nos encontramos en la cumbre, frente a una cuz que hemos estado viendo muy pequeña toda la mañana y ahora se nos muestra con toda su grandiosidad. Hablamos con varios grupos de senderistas que se encuentran almorzando y haciendose fotos, y nosotros pues lo mismo, a almorzar primero y luego a inmortalizar el momento.

    Preparándonos ya para comenzar el descenso aparecierón unos corredores de montaña, una pareja de noruegos de unos 60 años que habian hecho la ascensión en 43 minutos¡¡¡. En ese momento, Maciá en perfecto inglés chapurreado, les iba describiendo el lugar, pues las rutas no las conocian y el mapa que utilizaban era de carretera, por lo que no aparecía la información que necesitas en montaña. Despues de las explicaciones y despedirnos retomamos la ruta de regreso.

    Cuando la senda se encañona y comienza a hacer revueltas, vimos un atajo para descender en línea recta, evitando tantos recodos y bajar mas rápidamente, pero lo vimos mas para cabras que para personas, así que decidimos seguir por el sendero con dificil bajada, pero comentamos que peor sería como subida, por eso empezamos la ruta en sentido contrario.


    Sintiendo en las rodillas y en los femorales el trabajo de frenar la bajada llegamos a la urbanización Monte Pinar. Entonces nos quedaban 10 minutos para atravesar la urbanizacion y llegar al santuario a recoger el medio de trasnsporte que nos devolvería a nuestro Elche, que ya echábamos de menos, pues era la hora de un buen par de rubias fesquitas que nos habíamos ganado.


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